martes, 30 de septiembre de 2014

"¡Yo, profesor, yo!"

Tema que me intriga es:

En clases, el momento de levantar la mano, y hacer una pregunta.

En la escuela era fácil, siempre teníamos el típico "salamín" que levantaba la mano, sabía todo, todo, todo, y uno podía pasar desapercibido en su ignorancia.

Ya en la universidad la cosa cambia, además porque quizás uno se responsabiliza por lo que hacer, se interesa.

Pero en mi propia experiencia me pasó que: estaban esos que sabían tanto más que cualquier ser humano entre esas paredes, los que hacían preguntas con análisis profundos que hasta el día de hoy... no entiendo;

"Profesor, la sintaxis en la que se encuentra, para comprender mejor la sociedad actual, en la que estamos inmersos y sobre todos las sociedades de consumo de mass media que atraviesan el capitalismo, bla, bla bla"... (por ahí es donde agarré el celular)

Había uno en particular que cualquier comentario lo comenzaba o finalizaba con un "en términos peyorativos", y siempre hablaba mal de los puntanos... aún no se que hacía en San Luis... parecía de esas personas que aprenden una palabra nueva, que suena medio a que nadie la va a saber y te la tiran, para mostrarse "distintos". 

También conocí el otro extremo "no hablo porque creo que no tengo nada importante para decir", a quien he codeado para obligar a hablar porque ¡sabía que lo sabía!

Y aquí la pregunta ¿cuánto es el término medio? ¿Cuál es el límite entre el alumno estresante y el que no participa?

A veces sucede que, con miedo uno intenta hacer una pregunta, de algún tema complicado, pregunta que uno teme a hacer porque es muy probable que termine quedando como un estúpido, entonces levantas la mano y decís "Profesor...", que no termina sonando a eso si no más a un "prifisir", he aquí el problema, la voz no fue lo suficientemente potente para llegar a los oídos del profesor... y es cuando te sentís más estúpido, pero insistís, ¡porque querés saber si tu duda existencial es una estupidez o no! Y mandás la pregunta en un tono agudo que no es parte de tu verdadera voz, pero es "la voz del cagazo".

También he sido aquel compañero que nadie quiere tener, aquella especie de "sabelotodo", entre una Lisa Simpson y la ñoña de compañera de la primaria a los que todos tienen ganas de cagar a trompadas en la salida...

Es que no encuentro el punto medio... 

¿Grises?

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